Explota. Y sigue adelante.

A veces es mejor callar que afrontar la realidad.
Llegas a un punto que no sabes para donde mirar, estas perdida. Aunque con fuerzas quieres mantenerte en tu posición, no quieres reconocer que algo está fallando. Algo no va bien. No sabes que es, o quizá sí. Pero tu orgullo y el «no va a poder más que yo» no deja que lo afrontes.
Buscamos la salida en cualquier lugar, en cualquier situación, o en cualquier persona. No nos damos cuenta que la única salida que tenemos es escucharnos a nosotros mismo, gritar, llorar y patalear si hace falta, hasta sacar todo lo que llevamos dentro.

Piensa que todo lo que no dices te termina ahogando. Te ahoga de tal manera que terminas rompiendote.
Y créeme, llorar no es malo, todo lo contrario. Nacimos llorando, porque llorar es coger aire, coger impulso, fuerza, sacar todo lo malo que llevamos dentro y comenzar de nuevo.